Hace poco me encontraba leyendo el periódico milenio, en una tranquila y soporífera tarde del primero de agosto. Entre notas de “dictaduras democráticas” y congratulaciones espurias por políticas internacionales de cierto presidente del norte, me encontré, en una de las regiones más recónditos del periódico, casi oculta, una pequeña, probablemente intrascendente nota, compuesta por tres columnas pequeñas y una foto de la famosa Jane Goodall.
La nota en cuestión, escrita por un tal “Julio Patán” (desafortunado nombre o acertado pseudónimo) estaba llena de